viernes, 6 de abril de 2007

Pre-MIDI New Wave: Karn, Taylor.




Lo que sucede con el bajo es que muchas veces se le condena a la inmovilidad, se le encadena a la fundamental del acorde y, si acaso, se le permite visitar la quinta o alguna nota de paso.
Es como un adolescente repleto de hormomas al que se obliga a quedarse en casa un sábado por la noche... créanme, yo sé de eso.
Triste destino para semejante instrumento, castración musical lo llamaría yo.

Afortunadamente hay excepciones, por ejemplo Mick Karn y John Taylor.
Estoy entregado a la reescucha de Gary Numan, a ver si logro poner en contexto todo este revival ochentero y terminar de convencerme de que el retro es intrascendente y banal, de que la nostalgia es hermosa en tanto que es intangible, pérdida, reconstrucción engañosa de nuestra mente aburrida por el presente.
En esa afortunada odisea me topé con We take mistery (to bed) y Music for chameleons. Ambas canciones tienen unas líneas de bajo espectaculares y pensé que se trataba de Paul Gardiner, bajista original de Tubeway Army. Cuál sería mi sorpresa cuando, investigando investigando, me encuentro con que el bajista del álbum I, Assassin (1982) de Gary Numan había sido Mick Karn, uno de los culpables de que hoy yo sea un bajista wannabe.

Dentro de la catarata de despropósitos que hay que cometer a la hora de catalogar un momento musical, la "ola" británica de principios de los 80 ha quedado en la memoria como New Wave. Tenía un pie en el punk y otro en la música disco o en el funk, en el reggae o en el glam post-psicodélico, y casi siempre siguiendo la estela de David Bowie o de Roxy Music.
Entre ésta subgentuza difícilmete calificable hay grupos como Japan, Simple Minds, Depeche Mode, Duran Duran, OMD, The Cure, Siouxsie and the Banshees y desde luego Tubeway Army.
Hacia mediados de la década el mercado los había digerido a todos y los grupos sufrían por encontrar algo nuevo que decir. Pocos lo lograron, hay que decirlo... live aid los había vuelto políticamente correctos, los príncipes de Gales daban su venia.
Sin embargo hay un parteaguas técnico que nunca he escuchado mencionar a los críticos y que trataré de descifrar a los profanos:
En diciembre de 1982 se lanzó al mercado el Prophet 600 de la casa Sequential Circuits, el primer sintetizador con MIDI. La revolución tecnológica de la música dió un salto enorme.
Musical Instrument Digital Interface es el protocolo universal que permite hacer cadenas de sintetizadores para sumar sus capacidades, conectarlos a ordenadores para programar a ultra-detalle el más mínimo acontecimiento musical, sincronizar aparatos... hoy en día se usa incluso para muchas aplicaciones no musicales por artistas multimedia.
¿Qué pasó? que la euforia MIDI nos llenó de música de plástico, los secuenciadores pusieron torres de sintetizadores bajo su dictadura y los obligaron a cumplir todas las funciones musicales al servicio de la moda y de la estrella vocal del momento. Así como el video mató a la estrella de radio, el MIDI mató al rock. El triunfo de la máquina. La modernidad de la era digital.
Nació el "synth pop".
La consecuencia lógica fue la vuelta a las cavernas que nos propuso el grunge en aras de la honestidad y la crudeza... afortunadamente ya pasó y parece que las aguas vuelven a su cauce, el MIDI es sólo una herramienta más y las bandas han vuelto a tocar, el rock sigue muerto, pero a nadie nos importa un pimiento.
Pero antes del MIDI, cuando el sintetizador era un instrumento más de una banda, el espectro sonoro requería otros instrumentos: baterías, guitarras y, desde luego bajos. Y en ese ámbito, ésos dos o tres años de New Wave previos al MIDI, sobresalen Mick Karn en Japan y John Taylor en Duran Duran. Sin ellos sus bandas no hubieran sido lo mismo.
Karn es para el New Wave lo que Pastorius es al jazz: libera al bajo eléctrico y lo hace convivir en el primer plano, es casi un solista. Aporta un mundo de color introduciendo escalas poco frecuentes, suma movimiento en la cadena de síncopas de tufillo funk y hace que el todo musical sea una cosa nueva y excitante, completamente distinta a lo que hacían sus coetáneos. Si a ello le sumamos a David Sylvian, Richard Barbieri y Steve Jansen en Japan, a Peter Murphy en Dalis Car, o a Gary Numan tenemos uno de los potajes más sabrosos y más subvaluados de los últimos treinta años.
John Taylor es mas discreto, pero no menos efectivo, quizá más elegante. Duran Duran es de esas bandas que hacen a los intelectuales respingar y que disfrutan en el fondo inconfesable de su corazón. Un aspecto crucial en su sonido es el bajo, sobre todo en los dos primeros discos. Confeso admirador de Bernard Edwards (Chic), John Taylor convierte armonías sencillas en líneas contrapuntísticas sin dejar de ser funcional, son el pegamento que enlaza las melodías de voz con los ritmos funk de la guitarra o sus arpegios, con las sutilezas armónicas de los teclados y desde luego con la batería. Siempre enérgico, pero con sentido de la melodía.
He puesto como ejemplo Lonely in your nightmare por no subir una de las canciones más famosas, pero si faltase ejemplificar con más canciones sugiero la mismísima Rio.
En esta ocasión no me voy a poner a analizar las canciones porque lo que quiero ilustrar se narra a sí mismo, sólo hace falta tener un equipo que reproduzca los graves un poco mejor que las típicas bocinas de las computadoras.
Desde que descubrí cómo poner música en el blog soy mucho más feliz.



Gary Numan, I, assassin (1982)

Japan, tin drum (1981)

Duran Duran, rio (1982)




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