miércoles, 17 de enero de 2007

Bloc Party o la elegancia de los tulipanes


A la hora de escribir sobre música es fácil usar adjetivos que no quieren decir nada cuando en realidad uno no sabe qué decir. Uno de ellos, socorridísimo por la crítica, es lo elegante, que si en términos comunes no es nada fácil de definir, en términos musicales es peor. ¡Ah, pero qué bien queda en las críticas decir que los fulanitos hacen una música muy elegante!
Los diccionarios definen la elegancia como una conjugación de distinción, buen gusto y sencillez, lo que a su vez me podría plantear una espiral dialéctica en la que no me voy a meter porque precisamente quiero hablar de una canción de Bloc Party que sólo puedo calificar de elegantísima.
"Tulips" está basada en un arpegio sobre Bm7 y prácticamente toda la canción transcurre en Si eólico, menos la coda que se vuelve luminosa al aterrizar en Re mayor. La figura rítmica de este arpegio se mantiene durante toda la pieza dándole consistencia.
La gracia está, en gran medida, en la administración de los recursos musicales y en el movimiento del bajo que consigue que las notas de un mismo arpegio se conviertan en extensiones y por lo tanto en color.
El entorno modal permite ese tipo de juegos y demuestra que los músicos de Bloc Party son un cuarteto eminentemente “rockero” que sabe ir más allá de poner acordes con distorsión en la guitarra y la fundamental a machacar en el bajo: hay expresión en la armonía, la búsqueda de un entorno mas o menos original sin perder la esencia energética del grupo de rock básico.
La estructura de las canciones de rock es tremendamente rígida, sobre todo cuando hay una discográfica que quiere resultados económicos, pero también tiene una razón dramática de ser. En realidad no es nada nueva y suele dar forma y concisión a las ideas musicales. “Tulips” no es la excepción, y sin embargo está manejada con sensibilidad: las estrofas no son iguales entre sí, como tampoco lo son los estribillos porque están enmarcados en un crescendo general que conduce toda la pieza, desde la intro de batería, hasta el obligado final en Re mayor que supone el clímax de la canción mientras la voz canta “you’re the one I love” .
La inteligencia de quitar el bajo en la primera estrofa y la sutileza con la que va entrando o las dinámicas de la coda son testigos de musicalidad y sensibilidad a la hora de arreglar.
También es de agradecer la batería, que sin alejarse demasiado de los patrones habituales encuentra cierta originalidad y es lo suficientemente funcional como para mantenerse todo el tema. También me gusta que remate sus redobles en síncopa al estilo de Sly Dunbar.
En fin, Bloc Party se permite juegos que la mayoría de los grupos de su estilo parecen incapaces de concebir haciendo que sea un grupo bastante único: en un género tan cargado de testosterona, las extensiones de los acordes y los bajos cambiados procuran matices femeninos que dan un balance especial a la música sin llenarla de afectación; esto, sumado a que el grupo pasa de demasiados artificios de producción y se muestra tal como es, consigue distinción en su sencillez intrínseca gracias al tino y buen gusto de su arreglo.
Para mí eso es elegancia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada. A mí me encanta Bloc Party, aunque no llego a un análisis tan certero como el tuyo: yo simplemente sé qué me gusta y qué no me gusta, que no es poco.

Espero que continúes con tus escritos y que tu blog no se convierta en un blog fantasma.

Saludos.

Diego Benlliure dijo...

¡gracias oscar!
no creo que se vaya a ultratumba éste blog, me divierte bastante y hay tanto de qué hablar

Celia dijo...

Vaya
me he quedado patitiesa
yo sabía que eras músico, no melómano...
hoy cuando vuelva para casa me voy a HMV o a la Tower Records y me compro este de Bloc Party.

Diego, tomo nota con lapiz y papel, tu dime, que yo escucho. Qué últimamente no sé que pinchar en Japanizeme.

Diego Benlliure dijo...

¿eso es que me gusta mucho la miel? o las melopeas...

qué va, llevo meses buscando sin encontrar atrapado en mi círculo generacional. ¡Qué horror!
mira tú por dónde (como dicen por aquí) lo que más me ha gustado últimamente lo escuché en Japanizeme.